Me
preguntaste una vez que si cuándo te besaba sentía que se paraba el
mundo. No se, no me doy cuenta de nada de lo que ocurre externamente. Solo pienso en nosotros, en nuestros cuerpos, en tu labios que llevan
a mi pasión a la exosfera, noto mi corazón latir 2 millones de
veces más rápido, aunque tu siempre me has dicho que mis
pulsaciones van demasiado deprisa, fuera de lo normal.
Nunca
has sido de decirme cosas bonitas, pero si de hacérmelas sentir.
Cuando me miras, cuando me acaricias el pelo al tumbarme en tu pecho,
cuando me cantas para dormir, cuando utilizas tu manera especial para cambiar de tema haciendo tus tonterías más absurdas para el resto
del mundo pero preciosas para mi, pero sobretodo cuando jugamos a ser
niños y me besas.
Adoro
tu manera de querer mis defectos. Se que odias mis grandes comeduras
de cabeza por absolutamente cualquier cosa. Mi manera de exagerar
todo te saca de tus casillas y en ocasiones provoca en ti carcajadas.
Mi locura, eso a lo que llamas mi mayor defecto y virtud al mismo
tiempo, te vuelve loco porque no puede ser de otra forma.
Y
nuestro amor ha podido doler, doler en lo más profundo de nuestra
alma, pero ambos sabemos que nos hemos curado las heridas del pasado,
aliviado miedo enormes, incluso esos que tienen nombre y apellidos,
y eso vale más que un puñetazo en el corazón o al menos eso sueles
decirme.
Así
que no se si se para el mundo o no. Ni siquiera me interesa, no me
aporta mas tiempo contigo, porque el tiempo dura lo que dura. Pero
hay algo realmente importante para mi que no quiero perder jamas y
son los besos que me das.